miércoles, 16 de mayo de 2012

Veamos el vaso medio lleno

A lo largo de mi vida profesional, cuando he tenido que administrar un trabajo sea para nuestra organización o para algún cliente, siempre he escogido a mi equipo de trabajo considerando el conocimiento requerido, las herramientas necesarias y la actitud. De estos tres elementos, siempre me llamó la atención el último, por dos razones: importancia para el éxito del proyecto y cómo identificarlo de una manera eficiente. En algún viaje, me senté a lado de un psicólogo, a quien le pregunté si había alguna fórmula para calificar la actitud de la gente. 

Inició, tratando de explicarme el modelo freudiano de ego, ello y superego. Le pedí respetuosamente  que me diera alguna fórmula más sencilla, entonces me habló del vaso y el agua. Me dijo que ponga agua en él y preguntara a las diferentes personas que deseaba avaluar qué veían. Aquellos que contestaran medio lleno serán los positivos y los que contestaran medio vacío serán los negativos. Por algún tiempo, me fue útil. Dejó de serlo, cuando me dio la impresión que todo el mundo sabía la respuesta apropiada.

Lo que sí me resultó útil fue entender que podíamos dividir a las personas en dos grandes grupos. También intuí que la cantidad de miembros de cada grupo haría que la balanza se inclinara para uno otro lado: al auge o a la crisis.

Con este breve antecedente, les pido que analicemos la historia que me relataron, hace un par de días.

Había una vez una persona que vivía al lado de una avenida, donde vendía unas hamburguesas. Estaba muy ocupado. Por lo tanto, no oía radio, no leí los periódicos, ni veía la televisión. Alquiló un local, colocó una gran valla y anunció su producto gritando a todo pulmón: “Compren deliciosas hamburguesas calientes”. Como la gente las demandaba, aumentó la compra de pan y carne, amplió el negocio y dispuso que su hijo dejara un poco la Universidad, donde estudiaba Administración de Empresas, a fin de que le ayudara.

Su hijo le dijo: “Papá, ¿tú no escuchas la radio, ni lees los periódico? ¡Estamos sufriendo una grave crisis! La situación es realmente mala ¡peor no podría estar! El padre pensó:”Mi hijo estudia en la Universidad, lee los diarios, ve televisión y escucha la radio; por lo tanto, debe saber mejor que yo lo que está pasando…”

Compró entonces menos pan y menos carne, sacó la valla comercial, dejó de alquilar el local con el fin de eliminar los gastos y ya no anunció sus ricas hamburguesas. Y las ventas fueron disminuyendo cada días más.

Poco tiempo después, el padre le dijo al muchacho: “Hijo mio, tenias razón. Estamos sufriendo una gran crisis”.

Este patrón de comportamiento puede observarse  hoy en día en prácticamente todas las compañías de la  mayoría de sectores. Entonces, vale la pena preguntarse: “ ¿Cómo romper este circulo vicioso?’”

Se me ocurre plantear el “principio 90/10” de Stephen Covey. Según este principio, el 10% de la vida está relacionado con lo que nos pasa y el 90%, en la forma en como reaccionamos.

Usemos un ejemplo…. Estás desayunando con tu familia. Tu hijo tira accidentalmente una taza de café y te mancha. Tú no tienes control sobre lo que acaba de pasar. Lo siguiente que suceda será  determinado por tu reacción.

Explotas, reprendes severamente a tu hijo. El llora. Después peleas con tu esposa por colocar la taza cerca de la orilla de la mesa. Y sigue una batalla verbal. Tú vociferando subes arriba a cambiarte. Cuando bajas de regreso, encuentras a tu hijo llorando, terminándose el desayuno, no está listo y pierde el bus. Tu esposa debe irse inmediatamente para el trabajo. Te apuras y llevas a tu hijo al colegio. Debido a que tú  estás atrasado, manejas a 50 km/h en una zona máxima de 30 km/h  Después de 15 minutos de retraso y obtener una multa de tráfico por $60, llegas a la escuela. Tu hijo corre sin decirte adiós. Después de llegar a la oficina 20 minutos tarde, te das cuenta que se te olvido el maletín. Tu día empezó terrible. Y parece que se pondrá cada vez peor. Ansías regresar a tu casa. Cuando finalmente retornar, encuentras distanciamiento con tu familia.

¿Por qué? Debido a cómo reaccionaste en la mañana.
¿Por qué tuviste un mal día? Por tu causa.

Evidentemente, no tenías control sobre lo que pasó con el café. La forma cómo reaccionaste esos cortos segundos fue lo que causó tu mal día. Te presento lo que debió haber sucedido.

El café te mancha, tu hijo está a punto de llorar. Calmadamente le dices: “Está bien, muchacho, sólo necesitas tener más cuidado la próxima vez. Después de agarrar una camisa limpia y tu maletín, regresas abajo y miras a través de la ventana y ves a tu hijo tomando el autobús. El voltea y te dice adiós con la mano. ¿Notas la diferencia? Dos escenarios diferentes. A pesar de que empezaron igual, ambos terminaron diferente. ¿Por qué?

Tú realmente no tenías control sobre el 10% de lo que sucedió. El otro 90% se determinó por tu reacción. Otra forma de aplicar el Principio 90/10, según Corvey, es no dejar que los comentarios negativos nos afecten. Por lo tanto, metalicémonos para hablar de oportunidades en vez de crisis. Reconozco que puede ser un ejercicio difícil, en algunos casos dolorosos, pero es la única manera que remontemos la adversidad.

Lcdo. Kurt M. Hansen-Holm

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